Como os prometí tras el artículo de la vida de Pi vamos a hablar de nuestras amigas las cebras. Si recordáis en el artículo sobre la vida de Pi, la cebra es el animal devorado por el León.
Pues bien, los antecesores de las cebras en su hábitat natural africano no han muerto a lo largo de la historia evolutiva presa de los leones o grandes depredadores, sino presa de los tripanosomas inyectados por la picadura de la mosca tsé-tsé. La terrible enfermedad del sueño, mortal también para los humanos, ha dado forma y tamaño a las rayas de las cebras.
La típica cebra que todos conocemos con un rayado más o menos uniforme y armónico es sólo una de las variedades de equinos que podemos encontrar a lo largo del territorio africano. Así al sur del sahara los caballos europeos no pueden sobrevivir en las zonas de la mosca tse-tse, en áfrica central con latitudes más cercanas al ecuador predominan los asnos salvajes sin prácticamente rayas ó líneas muy pequeñas en el cuerpo, mientras que moviéndonos más al sur las pautas de rayado son diferentes.
La cebra no es más que la evolución de un caballo para adaptarse al entorno. Hoy se sabe que lo mismo que los humanos actuales parten evolutivamente de un tronco común de homínidos en el sudeste de África, los caballos surgieron en América del norte y desde allí fueron migrando a través del estrecho de Bering y ocupando el resto de continentes. Cuando llegaron a África e intentaron expandirse al sur del ecuador sobrevivieron mayoritariamente aquellos caballos que nacían con un defecto en la piel (llamémoslo nevus rayado) ya que los restantes caían presa de la picadura de las moscas tse-tse.
Y es que el sistema de visión de estos insectos no es capaz de percibir adecuadamente una pauta rayada con un espaciado concreto. De esta forma las cebras dejan de ser atractivas y las moscas letales se deciden por otras presas ‘visibles’. Por otra parte los distintos hábitats dan lugar a mejores opciones de supervivencia dependiendo de un mayor o menor espaciado de la raya sobre el lomo, el cuello, las patas etc. por lo que podemos apreciar una gradación de dibujo en las diferentes especies de cebras a lo largo de toda África.
Pero ¿porque los caballos tuvieron que cambiar su piel hasta convertirse en cebras para sobrevivir a la mosca tse-tse mientras que otros grandes rumiantes africanos tienen la piel sin rayas?.
La circunstancia decisiva reside en que los caballos no llegaron a África hasta la edad del hielo (hace menos de dos millones de años). Ello supone apenas una décima parte del tiempo del que dispusieron los rumiantes africanos para inmunizarse contra los tripanosomas. Para los caballos el tiempo fue demasiado breve como para adaptar su fisiología interna a la nueva presencia de parásitos por lo que el desarrollo de un camuflaje especial en superficie les resultó más sencillo.
¿Veis como tener defectos en la piel puede suponer una ventaja evolutiva a largo plazo?.
Espero que os haya picado la curiosidad. Para más información podéis leer los Capítulos 10 y 11 del libro “La aparición del hombre” de Josef H. Reichholf. Seguro que os apasionará.