Los biofotones son emisiones muy débiles de luz que irradian las células de todos los seres vivientes. Un fotón es una partícula simple de luz. Las plantas, los animales y los humanos generamos unos 100 fotones por segundo y por centímetro cuadrado. La luz que generamos es demasiado débil para ser percibida a simple vista, pero los biofotones han sido detectados y su existencia científicamente demostrada utilizando tubos fotomultiplicadores.
Según el investigador experto en biofotones, el alemán Fritz A. Popp, la luz se va continuamente absorbiendo y re-emitiendo desde las moléculas de ADN de cada núcleo celular. Estos biofotones crean un campo biofotónico, una especie de tela de araña lumínica, que forma un sistema dinámico responsable de las reacciones químicas que tienen lugar dentro de nuestras células, la comunicación celular en el organismo y la regulación del sistema biológico, incluyendo el desarrollo embrionario.
El campo biofotónico al igual que sucede con un laser genera luz coherente (todos los fotones vibran con la misma longitud de onda) lo que permite intercambio de información y cooperativa entre las diversas partes del organismo. Por eso algunos piensan que puede ser la explicación del diseño inteligente dentro del proceso biológico.
Las emisiones de biofotones variarán según el estado del organismo. Si hay una enfermedad grave las células afectadas radiarán de forma diferente a las células sanas del mismo tipo. De este modo los biofotones pueden ser un método no invasivo para determinar el estado de salud y vitalidad de un organismo.
Por otro lado los defensores y practicantes de las medicinas alternativas creen ver una posible conexión entre los biofotones y las técnicas de curación natural. Por ejemplo la acupuntura está basada en la manipulación de la energía “chi”. Se cree cuando los acupuntores pinchan sobre los meridianos o puntos energéticos consiguen actuar precisamente sobre nodos del campo biofotónico desbloqueando información y energía retenidas. Extendiendo el razonamiento todos los seres vivientes podrían estar conectados a través de campos biofotónicos en movimiento (dinámicos)
El científico ruso Alexander Gurvich descubrió los biofotones en 1923 denominandolos rayos mito genéticos y aunque su descubrimiento desencadenó una amplia investigación, no fue hasta 1974 cuando el Dr. Popp pudo probar su existencia y su origen en el DNA celular.
La teoría de los biofotones proporciona un camino intrigante y prometedor para futuras investigaciones que podrían dar lugar a importantes desarrollos en nuestra comprensión de la vida, los mecanismos de curación natural y la interconexión con el resto de criaturas vivientes que nos rodean.
Aunque los escépticos relegan muchas de estas teorías a la categoría de pseudociencia, la investigación futura nos mostrará nuevos caminos y entendimiento sobre los biofotones.